Nuestra Historia
En San Juan, el terremoto de1944 descubrió las falencias constructivas y urbanísticas de la vieja ciudad, marcando el inicio de una nueva época. La destrucción edilicia fue la oportunidad para materializar una ciudad que podía ser reconstruida a partir de un plan racional y lógico. Así, el 1 de julio del mismo año, se crea el Consejo de Reconstrucción, que tuvo por objetivo llevar a cabo todos los estudios y trabajos relativos a la reedificación. Sin embargo, lo problemático residía en dos temas claves: el diseño urbano y el estilo arquitectónico.
El resultado de esta primera época fue una construcción moderna, que tuvo por particularidad un simplismo que suponía la ausencia de creación. Esto se hizo visible en las edificaciones que aparecían como moles compactas, de modo que se imponía en San Juan, la necesidad de formación de especialistas locales. Se origina así la Escuela de Arquitectura en San Juan.
En un afiche del año 1950, denominado “Un pedido en San Juan al General Perón”, el Centro de Estudiantes de la Escuela Industrial resume las razones por las que defiende la instalación de la Escuela de Arquitectura en San Juan.
Textualmente decía: “Como lo ha reclamado reiteradamente el Honorable Consejo de Reconstrucción de San Juan, es evidente la necesidad de un mayor número de técnicos especializados en la rama de la arquitectura para encarar los problemas de la reconstrucción de la ciudad y sus alrededores, al cual contribuirán los profesores, y, correlativamente los estudiantes y primeros graduados”. A cuatro años del terremoto, la idea se convierte en iniciativa que integra las planificaciones del Consejo de Reconstrucción.
El entonces Senador Pablo Ramella, fue quien presentó ante la Cámara de Senadores, el 16 de enero del año 1947, el primer proyecto de creación. Preocupado por los aspectos estéticos de la arquitectura propone una “Escuela de Arquitectura en San Juan” dependiente de la prestigiosa Escuela de Ingeniería de la Universidad Nacional de Cuyo.
Los fundamentos expuestos en el seno del Congreso resumen los motivos de esta nueva Escuela para la provincia. “[…] no es posible que la construcción esté en manos de personas que no sean idóneas […]”. Este aporte fue significativo dado que, en este época, casi el 99% de los edificios estaban construidos sin fundamento científico, y de allí la catástrofe del año 1944.
No hubo en la Cámara de Senadores opiniones contrarias al proyecto. El 27 de marzo del año 1947 fue sancionado pero caducó por imperio de la una Ley que disponía el lapso de dos años para el tratamiento y aprobación definitiva en Diputados de algunos de los proyectos sancionados en Senadores. El segundo proyecto vuelve a ser presentado por el Dr. Ramella, el 1 de julio de 1949, que con un rápido y favorable tratamiento, consigue la sanción ese mismo mes.
Un grupo de alumnos, pertenecientes al Centro de Estudiantes de la Escuela Industrial Domingo F. Sarmiento, enterados de las gestiones del Dr. Ramella en Buenos Aires, inician en junio de 1950 una campaña denominada “Pro Escuela de Arquitectura y Urbanismo con asiento en San Juan”. Ellos redactaron un memorial que resumía los motivos por los que debía estar en San Juan, y apoyado por más de 10.000 firmas y 100 notas de adhesión de diferentes instituciones. Luego de 31 días de campaña, la delegación (formada por 33 estudiantes)
"[...] es evidente la necesidad de un mayor número de técnicos especializados en la rama de la arquitectura para encarar los problemas de la reconstrucción de la ciudad y sus alrededores [...]"
acompañados por el Ing. Faustino Puebla, Director de la Escuela, parte a Buenos Aires, se entrevistan con la Sra. Eva Duarte de Perón. La primera dama se comunica por teléfono con el Ministro de Educación Dr. Méndez San Martín, “[…] para recomendarle muy especialmente que la Escuela de Arquitectura sea instalada en San Juan […]”, para lo cual “[…] debía apelar a todo tipo de influencias y contactos con Diputados porque la decisión era irrevocable […]”. Este paso cristalizó y concretó el pedido.
Por la resolución 121, en la Facultad de Ingeniería, Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, el 11 de julio de 1950 se designa una Comisión para preparar un anteproyecto sobre la creación de la Carrera de Arquitectura. Finalmente, el 30 de septiembre del mismo año, se sanciona la Ley N° 14.016 por la cual se crea en San Juan la Escuela de Arquitectura, promulgada el 26 de diciembre de ese mismo año.
El 24 de julio de 1952, la Escuela se convirtió en Departamento de Arquitectura y Urbanismo de la Facultad de Ingeniería, Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Se revisa el plan de estudios del que surgen modificaciones que propone una redistribución de materias y algunos cambios en las asignaturas referidas a la preparación estética. Estas versiones proponen un constructor con sólida base en las Ciencias Exactas, característica que distingue nuestra Escuela en sus inicios. Este rigor politécnico es el que transformó al Departamento, y luego a la Facultad de Arquitectura de San Juan de los últimos 20 años, en la pionera de la arquitectura sismorresistente, especialmente en la escala edilicia. Luego, en 1955, hubo otro intento para trasladar el Departamento de Arquitectura a Mendoza, lo que generó un nuevo conflicto, motivando el alejamiento de muchos de los prestigiosos docentes mendocinos. La reacción de los estudiantes sanjuaninos fue la de movilizar a la opinión pública. La ciudad aparece pintada con grandes leyendas que clamaban “Arquitectura en San Juan”, acompañados de una letra “a” minúscula, que de ahí en más pasó a ser el símbolo del entonces Departamento de Arquitectura, y que aún hoy perdura.
Superada la crisis, aparecen nuevas figuras en la docencia, entrando en un camino de vanguardia, portadores de las corrientes arquitectónicas en boga en el viejo continente. El Racionalismo alemán, llamado Movimiento Moderno, adoptándose como modelos, aparecen figuras relevantes como Le Corbusier, Gropius ó Mies. Es el principio de nuestra memoria arquitectónica. Sobre el viejo esqueleto colonial (la cuadricula española) fue plasmando una novísima fisonomía donde, otra vez, Europa es la inspiradora y modelo. Podemos decir que la trilogía “función, estructura y forma”, será el lema con fuerza de dogma, que perdurará en la enseñanza de la arquitectura de nuestro medio. En la década del 60 el mundo estaba cambiando profundamente y, mientras, la Carrera de Arquitectura en San Juan vivía un momento de auge y de trabajo productivo. Establece una tendencia definida, identificada plenamente con el Movimiento Moderno. Fue la euforia en un primer momento, lógica consecuencia en una tierra que aparentemente había roto con todo vínculo histórico.
Con gran entusiasmo, creció la joven Carrera de Arquitectura en busca de formar a gran número de hacedores de la reconstrucción y del progreso edilicio de San Juan. El mundo estaba en revolución, es la década de los movimientos de liberación, de la carrera espacial y del entusiasmo general por la alta tecnología; década de la difusión de la Semiología, del auge de la ciencia de la comunicación, de la antropología y del estructuralismo. El resquebrajamiento de la vida democrática a partir del año 66 y la llegada al poder de gobierno militar, inicia una larga etapa de antagónicas y aniquilantes luchas políticas y sociales. Así comienzan, convulsionadamente, los años 70. Las ideas de libertad renegaban de la arquitectura “histórica”, veían en ella los monumentos al poder y consideraban que toda formalización de ideas arquitectónicas acabaría necesariamente refiriéndose a aquellas formas que se querían olvidar. Los ideales y convicciones de un principio se transformaron en consignas y lemas, y la Universidad fue parte de ello. En el año 1968, desaparecen del Departamento muchos docentes de buen nivel, reemplazados por gente imbuida de una marcada orientación social en relación al producto arquitectónico que se debía propiciar. En 1973 se divide la Universidad Nacional de Cuyo y se crea la Universidad Nacional de San Juan, en medio de un ambiente de apertura política que desemboca en el regreso del Gral. Perón a la Presidencia de la Nación. Las Universidades deben ponerse a tono con el Estado democrático y son organizadas disponiéndose su normalización. Todos estos cambios desembocaron en una Universidad flamante y en un Departamento de Arquitectura que estrenaba un novedoso plan de estudios. El vuelco hacia lo social estaba perfectamente explicitado en los objetivos de este nuevo proyecto. “Es ineludible para los técnicos el conocimiento vivo de la realidad social, política y económica en que se realiza su práctica y capacitación para operar sobre esa realidad”
De la reorganización interna del Departamento, surge un plan similar al antiguo, con un aumento en las asignaturas técnicas pero sin formar un especialista en cálculo sino en diseño estructural, tratando de armonizar el diseño con el cálculo y el proyecto.
Como resultado de las reuniones de Decanos en Facultades de Arquitectura de todo el país, entre 1975 y 1977, se incorpora una materia llamada “Arquitectura y Comunicación”, orientada a unificar criterios en la formación del alumno. La historia de la arquitectura es aceptada nuevamente. La apertura en el concepto de cultura, aportado al campo de las demás ciencias por la antropología, y los cambios fundamentales producidos por el estructuralismo en el pensamiento contemporáneo, hacen visible la imposibilidad de entender el significado de los hechos y elementos sin un contexto. La Teoría de la Comunicación y la Semiología tuvieron incidencia directa en el cambio de enfoque de la arquitectura. Ambas llamaban la atención sobre el papel del entorno como instrumento de comunicación
A partir de la Semiología, que ponía énfasis sobre los significados, su relación con los significantes, y los distintos modos de significación, la arquitectura ya no puede ignorar la importancia de la forma final de su producto.
En la misma línea, la Teoría de la Comunicación insiste en el papel del objeto como transmisor de mensajes. En torno a esto, se despierta una polémica entre arquitectos: “o la arquitectura es pura comunicación o es también comunicación”. Empezará a partir de este cambio conceptual el auge de los estudios de la arquitectura como bien patrimonial y como producto, ya no universal, sino de una cultura concreta, resultado de un clima, de un hábitat y una historia. En nuestro país, el interés por los aspectos patrimoniales llega recién en 1980 con el Primer Congreso Argentino y Latinoamericano sobre la preservación del patrimonio arquitectónico y urbano. Las materias de “Arquitectura y Comunicación” desaparecieron, abriendo la puerta a las “Morfologías” en el plan de estudios del año 1981. Un nuevo plan propone la organización sistemática de mayor precisión y definición por áreas, que supone la reunión de las materias en forma vertical por su especificidad, y en forma horizontal con las distintas asignaturas de un determinado curso, nivel o año de estudio, a su vez agrupadas en otras áreas. Este plan duró casi una década y ayudó en la organización de la estructura interna del Departamento, luego encaminado a transformarse en Facultad.
Dentro del Departamento convivía una estructura académica organizada para funcionar como Facultad. Ésta transformación era significativa para un gran número de personas e instituciones que demostraban su apoyo, tal como la comunidad universitaria en general, la Facultad de Ingeniería, e instituciones ajenas a la Universidad como la Sociedad de Arquitectos, el Centro de Ingenieros y el Colegio de Agrimensores.
Otro factor dominante fue el apoyo de los Decanos de las Facultades de Arquitectura del resto del país. Por iniciativa del Decano de la Facultad de Arquitectura de Rosario, Arq. Caggiano, junto al Arq. Nello Raffo, entonces Jefe de Departamento, se decidió hacer una reunión en San Juan con el objetivo de apoyar al Departamento en sus aspiraciones.
El 15 de octubre de 1981, analizando la enseñanza de la arquitectura en el país, el Arq. Caggiano presentó la moción de elevar un pedido formal al Rector de la Universidad Nacional de San Juan, argumentando que la creación de la Facultad de Arquitectura resultaba “[…] no simplemente como una expresión de deseos, sino como una sentida necesidad”.
Pese a la preocupación por la permanencia del Departamento dentro de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura, en todas las otras Universidades del país fueron creadas las Facultades de Arquitectura. Esto fue resultado de una clara divergencia de los campos académicos puestos de manifiesto en la discusión y análisis de las incumbencias profesionales.
Dadas las condiciones en que se encontraba el departamento, se solicita que se convalide la situación de hecho, elevando al rango de Facultad al actual Departamento de Arquitectura, equiparándola así con las demás Facultades de Arquitectura de la Universidades Nacionales y Privadas del país. En 1983, el Jefe de Departamento, Arq. Nello Raffo, forma una comisión integrada por él y los Arqs. David Schabelman, Ilda Berardi y el Ing. Hugo Giuliani, para elaborar el proyecto.
El 3 de noviembre de 1983, el Poder Ejecutivo Nacional decide aprobar la división de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura en dos unidades académicas: Facultad de Ingeniería y Facultad de Arquitectura, en el ámbito de la UNSJ. El 9 de noviembre posterior se ordena crear en el ámbito de la Universidad Nacional de San Juan, la Facultad de Arquitectura.
Finalmente, en 1995 y con la creación de la Carrera de Diseño Industrial, la Facultad adoptó el nombre de Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño, nombre que en la actualidad mantiene. Cinco años después, se crea la Carrera de Diseño Gráfico consolidándose la orientación hacia lo proyectual y el diseño. En este espacio contemporáneo de la historia, particularmente en los últimos años, la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño inicia una serie de acciones innovadoras; procurando instalar una serie de cambios esperados.
En este sentido, se destaca una activa participación en la Asociación de Escuelas de Arquitectura de Sudamérica ARQUISUR y la Red Argentina de Carreras de Diseño en Universidades Nacionales, DISUR; entre otras organizaciones académicas de prestigio nacional e internacional.
La FAUD obtuvo la acreditación de la Carrera Arquitectura y Urbanismo ante la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria CONEAU, como así también ante el ARCUSUR, Sistema de Acreditación Regional de Carreras Universitarias para el MERCOSUR. Se ha consolidado un sistema de becas estudiantiles, se ha mejorado la biblioteca de nuestra institución y se ha optimizado el equipamiento informático, procurando alcanzar la igualdad de oportunidades académico-pedagógicas para los alumnos de nuestra facultad.
En cuanto a las carreras de posgrado que se dictan en nuestra institución; Maestría en Morfología del entorno y hábitat humano, Maestría en zonas áridas y sísmicas y el Doctorado en Arquitectura, son carreras que cumplieron satisfactoriamente con los estandares de acreditación fijados por CONEAU. Se consolida día a día una fuerte vinculación con el medio a través de las asistencias técnicas a instituciones y por medio de acciones de transferencia en sectores sociales más vulnerables.
La historia de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño es rica en hechos y logros académicos.